Llegó el día, por fin después de 37 años puedo decir que soy TDA sin H. Es curioso cómo son las cosas, una vez que eres padre tu vida puede cambiar en cualquier momento. Y no, no es que ahora, por arte de magia, haya dejado de ser neurotípico para convertirme en una persona neurodiversa.
Soy una persona normal, con un trabajo normal que vive la vida aparentemente de una manera normal. Al menos, así era para mis psicólogos de hace 27 años, lógicamente antes de trabajar. Por aquella época yo ya tenía 10 años, aparentemente un estudiante normal. Pasé toda la primaria intentando hacer amigos de maneras un poco forzadas; me costaba mucho relacionarme con la gente, pero lo hacía aparentemente. En mis notas de entonces siempre se repetían las mismas palabras: se distrae fácilmente, entrega los deberes tarde, no entrega los trabajos, los trabajos están sucios…. En la actualidad, en mi trabajo y en casa, siguen persiguiéndome las etiquetas de desordenado, despistado, distraído… Volviendo a mi pasado.
Mis padres se desesperaban viendo cómo al hacer los deberes, después de 1 hora o 2 sentado en mi habitación, apenas avanzaba un 10%. Me pasaba gran parte del tiempo mirando por la ventana con la “mente en blanco” e incluso, muy a pesar de mis padres, me cayó alguna colleja. Es por todo esto que mis padres sospecharon que algo podría estar pasándome. No me veían bien, no entendían cómo no me concentraba, así que decidieron hacer lo normal en estos casos (en la actualidad, porque en aquella época era más bien raro) y me llevaron al psicólogo.
¿Te Despistas Fácilmente? Podrías Tener TDA y No Saberlo
Para la época se sabía muy poco o nada de la neurodiversidad y el DSM-IV estaba un poco desactualizado, así que la respuesta de la psicóloga, al menos la que mis padres recuerdan, era que era un niño muy simpático e inteligente y que les estaba tomando el pelo (así cualquiera podía ser psicólogo, seguro que a día de hoy siguen existiendo cavernícolas, si los encuentras, huye).
Gracias a mis padres, que nunca dejaron de buscar una respuesta, pudimos contactar con una pedagoga amiga de la familia, la cual nos puso en contacto con una psicóloga especializada en lateralidad cruzada. Después de un dinero y tiempo invertidos, por en especial mi padre, gané un nuevo superpoder etiquetado como lateralidad cruzada. Esta nueva etiqueta podría explicar el porqué me distraía; todo se reducía a un problema de coordinación.
“La lateralidad cruzada se produce cuando la preferencia de mano, pie, ojo y/o oído no se encuentra en el mismo lado del cuerpo. En otras palabras, por ejemplo, un niño puede ser diestro con la mano pero zurdo con el ojo. Si bien no es una condición patológica, puede afectar el aprendizaje y la coordinación en algunos casos.”
Por suerte, a día de hoy se sabe que nada tiene que ver con la concentración, y que la lateralidad cruzada, así como la ansiedad o la depresión, pueden ser en gran medida comorbilidades de trastornos neurodivergentes.
Como se puede ver, nada tiene que ver con la concentración, pero debido al tiempo invertido y a la cantidad de ejercicios de psicomotricidad que hice, y a una disonancia cognitiva y un sesgo de confirmación, hizo que aparentemente yo mejorara, y pude tener más concentración e ir aprobando y pasando cursos. La realidad es que, porque iba a una escuela pública, en primero de ESO tuvo que pedir mi madre que repitiera, pero yo seguía con las mismas palabras clave: desorden, distracción…
Después cambié de centro de estudios a uno concertado, donde, aun siguiendo con mis mismos defectos, conseguí tener auténticos amigos y poder sacarme el graduado escolar gracias a la perseverancia de mis profesores.
Cuando acabé la ESO me puse a estudiar electrónica de consumo, pero como no me motivaba, me puse a trabajar. Cinco años después me quedé sin trabajo y decidí volver a intentar estudiar lo mismo, lo volví a dejar… Tres años antes de nacer mi hijo, me puse a estudiar informática y volví a fracasar. Tenía problemas de organización y de motivación, quería hacer muchas cosas, pero mi incapacidad para organizarme de una manera correcta me incapacitaba para trabajar y estudiar.
Cómo Logré Organizar mi Vida con TDA: Trucos que Realmente Funcionan
Dejé de pensar y me pasé tres años solo trabajando, jugando y viendo pelis en un bucle de pasotismo, simplemente porque no quería enfrentarme más al estrés o la ansiedad de querer hacer muchas cosas y no llegar a nada. Hasta que llegó mi hijo. Como he contado ya en otros posts, él me hizo salir de mi zona de confort, volver a querer mejorar, tener un sentido o ilusión. Y eso está chocando de manera brutal una y otra vez con la realidad de mi nueva condición: quiero hacer muchas cosas, no sé por dónde empezar y eso me frustra y me estresa. Esto me lleva a estar mucho más disperso y no ser capaz de rendir en el trabajo. Otro de los síntomas, si se puede llamar así, es que tengo la sensación de tener la vista mucho más cansada. Esto es debido a la neblina mental que se genera por la cantidad de energía que consume mi cerebro debido a la cantidad de decisiones y pensamientos casi simultáneos que quiero tener.
La neblina mental, también conocida como «fog mental», es una sensación de confusión y falta de claridad que puede ser debilitante. Científicamente, esta condición puede estar relacionada con un déficit en la función ejecutiva del cerebro, la cual es responsable de la toma de decisiones, la planificación y la organización. En las personas con TDA, esta función puede estar comprometida, lo que lleva a la dificultad para mantener la atención y organizar tareas.
Consejos Prácticos para Mantener el Caos Bajo Control con TDA
A lo largo de mi vida, he aprendido algunos tips que pueden ayudar a detectar el TDA y a reducir sus efectos:
Detección del TDA:
1. Observa los patrones de distracción: Si notas que tú o tu hijo se distraen fácilmente y tienen dificultades para concentrarse en tareas simples, podría ser un signo de TDA.
2. Evaluación de la organización: La falta de organización en tareas diarias y escolares puede ser un indicador. Si constantemente pierdes cosas, te cuesta seguir horarios o entregar trabajos a tiempo, es recomendable prestar atención.
3. Comportamiento impulsivo: Actuar sin pensar y tener dificultades para esperar turnos o interrumpir a otros en conversaciones son comportamientos comunes en personas con TDA.
4. Historial académico: Revisar las notas escolares en busca de comentarios recurrentes sobre distracción y desorganización puede ofrecer pistas sobre la presencia del TDA desde una edad temprana.
Consejos para reducir los efectos del TDA:
1. Crear rutinas diarias: Establecer horarios y seguir una rutina diaria puede ayudar a reducir la sensación de caos. Usar alarmas y recordatorios puede ser muy útil.
2. Dividir las tareas en pasos pequeños: Descomponer las tareas grandes en pasos más manejables puede hacer que sean menos abrumadoras y más fáciles de completar.
3. Utilizar herramientas de organización: Aplicaciones de gestión del tiempo, listas de tareas y calendarios pueden ayudar a mantener el control de las actividades diarias.
4. Ambiente de trabajo adecuado: Crear un espacio de trabajo libre de distracciones puede mejorar la concentración. Esto incluye eliminar el ruido y las distracciones visuales.
5. Ejercicio y meditación: La actividad física regular y la práctica de la meditación pueden ayudar a mejorar la atención y reducir el estrés. Te sugiero leer en este post como he conseguido coger el habito de hacer deporte o de una buena alimentación, ya que también es importante para mejorar los neurotransmisores.
6. Consultar con un profesional: Si sospechas que tienes TDA, es importante hablar con un psicólogo o psiquiatra que pueda hacer una evaluación formal y recomendar tratamientos adecuados.
Estos consejos me han ayudado a navegar mi vida con TDA. Aunque cada persona es única y lo que funciona para uno puede no funcionar para otro, espero que estos tips puedan servir como una guía para aquellos que, como yo, viven con la mente en la nuve. Recordar que buscar ayuda y apoyo es crucial. Nadie debería enfrentarse a estos desafíos solo, y es completamente válido necesitar y pedir ayuda.
El camino no siempre es fácil, pero con comprensión y estrategias adecuadas, es posible llevar una vida plena y satisfactoria.
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